Manejo de las emociones en días grises
Pasan los días y éstos van pesando. El tiempo de cuarentena o aislamiento forzado puede generar consecuencias a corto, medio o largo plazo en nuestras emociones, nuestros pensamientos y en la forma en la que nos comportamos. Podemos aprender a gestionar las emociones en días grises.
En este post podrás leer:
Las emociones en días grises
Es esperable que estos días hayamos experimentado o experimentemos muchas emociones, especialmente aquellas que comúnmente consideramos como desagradables o negativas. Dichas emociones pueden derivar de los acontecimientos que resultan amenazantes, y de las pérdidas, que pueden ser de diferentes índoles: vida “normal”, oportunidad para realizar actividades, vida social y relacional, salud o trabajo.
En esta línea, las emociones principales que pueden aparecer son el miedo (ansiedad, preocupación, inseguridad, incertidumbre), rabia (frustración, impotencia, ira), y la tristeza (soledad, duelo, sufrimiento). A pesar de ser degradables, estas emociones cumplen funciones vitales para adaptarnos al medio y a los cambios, para protegernos y con ello aumentar las probabilidades de sobrevivir.
Nos da mucho miedo a sentir, pero si dejamos fluir nuestras emociones éstas se equilibran por sí mismas. El problema está en que muchas veces intervenimos este proceso: nos sentimos mal por sentirnos tristes e intentamos anestesiar, controlar o evitar esta tristeza, como proceso para regularnos. Esto no funciona con las emociones, solamente conseguimos enredar y complicar el proceso. Es como tratar de hundir un balón en la piscina, lo presionamos hacia el fondo con fuerza pero en algún momento vuelve a salir como un resorte. ¿Es posible hacerlo de otra forma? La buena noticia es que sí. Es posible aprender a emocionarnos y con ello a regularnos.
Comprende tus emociones
Estos son algunos pasos que podemos seguir para comprender y trabajar las emociones.
Identificar
Consiste en mirarnos hacia dentro, de manera que podamos escucharnos, sentirnos y ser conscientes de lo que nos pasa. Esto requerirá atención, tiempo y aprender vocabulario emocional, para poder poner palabras a lo que sentimos, porque van más allá del me siento “bien” o “mal”. Con ello disminuimos la intensidad de la emoción y nos da la clave para comunicar y expresar. Aprovechemos este tiempo de confinamiento para coger un nuevo hábito: escucharnos y sentirnos.
Asimilar
Consiste en aceptar que estas emociones son normales dada la situación actual. No hay que juzgarlas, porque sería una forma de luchar contra lo que hay. Todas y cada una de las emociones y reacciones que sentimos son legítimas y naturales, por tanto normales. Aceptarlas no significa resignarse, es el punto de partida para cambiar de perspectiva y gestionarlas de forma adaptativa.
Gestionar
Consiste en utilizar las emociones como mensajeras. Para ello tendremos que analizar en profundidad y con ello descubrir y comprender las causas que las producen. Escuchar que nos están queriendo decir dichas emociones y comprender qué necesidades subyacen a estos estados emocionales, y en función de ello actuar y afrontarlas de la manera más adaptativa posible. Veamos a continuación cómo llevarlo a la práctica.
Gestiona tus emociones
- Reconocer que nos pasa. Poner un nombre a lo que sentimos para poder aceptarlas y analizarlas.
- Analizar las causas de las emociones para legitimarlas. Estaría bien analizar si son consecuencia directa del confinamiento o si estaban presentes previamente, y que por falta de tiempo no habían sido atendidas.
- Expresar lo que sentimos verbalmente a algún amigo o plasmar de forma escrita porque nos sentimos así, y si es posible, sacar alguna conclusión. Podemos llamarlo diario emocional.
- Reflexionemos sobre el aprendizaje y los aspectos positivos que esto nos está dejando o que creemos que nos dejará. Somos seres con capacidad de resiliencia. No se trata de “engañarnos para ser felices”, se trata de ver aquellas cosas que eran invisibles a nuestros ojos “por falta de tiempo”. Se trata de cultivar la paciencia, la aceptación y la tolerancia a la incertidumbre, la capacidad de mirar hacia dentro y ver los recursos y fortalezas que teníamos o que gracias a esta experiencia desagradable hemos ido desarrollando, aprendiendo y creciendo.
- En los momentos en que las emociones son muy intensas podemos recurrir a ejercicios de relajación como las respiraciones profundas o de atención consciente como el mindfulness. Busquemos un lugar tranquilo donde sepamos que no seremos interrumpidos. Acontinuación, cerremos los ojos y dirijamos nuestra atención a la respiración. Observemos el movimiento que se produce en el pecho y abdomen con cada inspiración y con cada espiración. Tras cada inspiración, hacemos una pausa y espiramos. Con cada espiración repetir mentalmente alguna palabra que transmita sensación de paz y tranquilidad.
Estos son consejos que pueden ser aplicados por cualquier persona, pero si vemos que el malestar es muy intenso es recomendable pedir ayuda profesional.